Me arropó con sus sábanas. Me alejé de su cuerpo, me alejé de la realidad, giré la almohada coloqué la cabeza, mis ojos se cerraron con tranquilidad y poco a poco mi cuerpo fue formando una dulce silueta. Bajo su mirada y un cigarrillo entre sus labios. Me acarició lentamente, con la más pura delicadeza.
Después de todo yo no quise perder la valentia y en mis sueños no apareció ningún principe azul.
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