Nos llenamos de ilusiones, nos drogamos de promesas, dejamos de pensar
con la razón y huímos con el corazón en la mano. Abrimos nuestro diario y
cojemos el boli rosa de la mesilla, comienzan las aventuras dijiste en
voz alta, aquella noche. Nuestras neuronas adormecidas, comienzan a
desbaratarse con aquel inmenso suspiro de alchol. Mi cama ya no era el
sitio ideal para soñar y nos encontramos en aquel callejón cerca de la
ciudad. Me puse mis tacones negros y pinte mis labios con aquel rojo
frenético, no tarde más de dos horas en arreglarme. Y él ya me estaba
esperando con su cazadora negra y su camisa blanca, aquellos vaqueros
gastados y su moto reluciente. Cojimos velocidad al instante y ya
estabamos por la carretera pincipal de salida. Mi pelo se despeinaba con
cada soplo de viento que nos arrastraba rápidamente. La oscuridad nos
envolvió en aquel túnel largo y frío, nos deslumbró la luz de aquella
farola y solo tuvimos que pararnos a mitad de camino. Por que el final
de un recorrido solo es el rpincipio de otro.
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