domingo, 7 de octubre de 2012

Blow me.


En un mismo camino cogemos  varias direcciones, unas pitan trayectorias rectas sin ninguna curva  en la que podamos encontramos obstáculos. Aquellas que vienen pintadas de rosa y con cuidados senderos llenos de flores. Esas que parecen no tener problemas de señalización, ninguna parte oscura dónde te puedas esconder, que los días parecen no tener noche y que la claridad te haría ver todo des de un punto de vista ideal. Dónde los finales felices parecen estar asegurados después de cada eterna historia, y que esos finales no son más que nuevos y fuertes comienzos. Allí dónde no sentimos el paso del tiempo y que cada paso solo puede hacernos ir hacía delante. Pero en un mismo camino de forma paralela encontramos caminos llenos de curvas, direcciones contradictorias, vías de escape, rutas sin salida. Noches interminables, lunas llenas, pocos atardeceres y ni un bonito despertar. Aquel camino lleno de baches, pedregoso y sin llanuras, el que nos detiene cada dos por tres con minúsculos obstáculos e inquietantes miradas. Con una fría brisa que nos desconcierta y nos enreda el cabello. Con atractivos, misterioso y arriesgados juegos de lunáticos. Lleno de huellas, de todos los tamaños y tramas. Iba con la mirada perdida, arrastrando todo tipo de remordimientos, cuando en pocos pasos me topé con algo diferente. Llamó mi atención casi por completo, se adueño de pequeñas e idiotas sonrisas, pude sentir como esa obsesión por tener un espacio vital, desaparecia. 
Y todo ocurrió  en un par de segundos.
 Por que en cierto modo hemos aprendido a valorar más una recompensa en un trayecto lleno de dificultades y adversidades, que las que són algo natural en una vida pintada de rosa.

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